Capitalía Plena Sucre: El pueblo no perdona

viernes, 13 de marzo de 2009

El pueblo no perdona

Todos los últimos lamentables acontecimientos que se sucedieron en el país nos muestran un negro panorama de autoritarismo practicado por una especie de fundamentalismo pseudo indigenista. Porque no todos los que actúan en contra de la ley, ni siquiera los campesinos de Achacachi o Huatajata, pueden considerarse originarios; somos, quiérase o no, producto de un mestizaje nacional. Y si se trata de insistir con lo de originarios, éstos deben remitirse a los pueblos orientales asiáticos; más atrás, a los Neandertal, o simplemente revisar a la teoría de Charles Darwin y la evolución del mono. Es posible que en esos lugares encuentren a los verdaderos originarios.

Dejando de lado las teorías de la evolución del ser humano, que no le vienen al caso, ya en algún comentario de esta misma columna, me refería a la necesidad de un acercamiento entre los bolivianos con un desarme espiritual que implica, en todo caso, la práctica de la tolerancia; eso quiere decir, que se dejen de lado posiciones radicales que hacen imposible un acercamiento buscando el bien mayor, que es la convivencia civilizada. Lamentablemente, al parecer, eso no será posible mientras se imponga la irracionalidad, el fundamentalismo y el cerrado concepto de que sólo algunos tienen derechos por el mero hecho de tener apellidos nativos (no originarios) y los demás tienen que someterse a sus designios por llevar apellidos que no son quechuas o aymaras. ¡¡Todos somos bolivianos!! Incluyendo los Morales, los García Linera y los Rada.

Lo que está aconteciendo en Huatajata que, se ha declarado "territorio libre", conlleva serios riesgos que pueden desembocar en el desmembramiento territorial, ese al que constantemente denunció y criticó del gobierno del MAS, al que ahora está llevado irremediablemente a nuestra patria.

No es posible vivir en un país sin ley, donde cada uno haga lo que le viene en gana, desconociendo la institucionalidad, la frágil y casi inexistente democracia en la que vivimos y, lo que es peor, los elementales principios del ser humano como son la libertad de pensamiento y de expresión. "El que no piensa como yo, es un traidor" y debe ser castigado, vejado y despojado de sus bienes. No importan las leyes, no importa nada, sino su propia lógica, la que, paradójicamente, es ilógica.

Ahora, en un pequeño territorio como Huatajata se impone "el estado de sitio civil", que no está reconocido ni en su propia Constitución, y "la ley del silencio", la que rigió, alguna vez, en las mafias sicilianas. Ahora, ese territorio gobernado por "los ponchos rojos" es, de acuerdo a lo que declararon, "territorio libre y jurídico", con sus propios fiscales y su propia policía, y ahí no entra nadie sin permiso. Esa es la realidad que estamos viviendo ante la pasividad; y lo que es peor, el aliento del Poder Ejecutivo a esos actos de barbarie.

Sí señor Presidente, el pueblo no perdona, usted lo dijo. Por eso, el verdadero pueblo, el pensante, le pedirá cuentas; no se puede destruir impunemente nuestro país. Usted no se da cuenta, o no quiere darse cuenta, porque primero están los votos para su reelección indefinida, que usted ya no es Presidente en parte del territorio boliviano, por lo menos, por ahora en Huatajata "territorio libre y sin leyes". Así, sucederá con otras regiones "originarias", hasta que usted se vea rebasado, más temprano que tarde, por sus propios movimientos sociales que actúan por impulsos, sin tener la capacidad de pensar.

Por lo menos... esa es mi opinión.

Rodolfo Mier Luzio