Capitalía Plena Sucre: Un jacuzzi y las señales del desmoronamiento

jueves, 7 de junio de 2018

Un jacuzzi y las señales del desmoronamiento

RAÚL PEÑARANDA U.
La primera mala noticia para el Gobierno surgida en los últimos días fue el entusiasmo que mostró el presidente Evo Morales sobre la inminente inauguración de su nuevo Palacio. No se da cuenta, como tampoco lo percibió cuando inauguró su museo, que la mayoría de la gente está hastiada de sus gastos suntuosos. Pocos soportan la idea de que el Presidente haya usado 42 millones de dólares de dineros públicos para construir su Palacio, regalándose además una suite de 1.068 metros cuadrados. Con dos saunas, una sala de masajes, un jacuzzi y un gimnasio incluidos. Ah, y una “sala de lectura”.

Ello se suma a los aeropuertos sin pasajeros que ha construido, los estadios sin público, las plantas de gas sin gas, las plantas de urea sin urea y las fábricas de azúcar sin caña. Cada nueva obra que anuncia el Gobierno es recibida con muestras de recelo y escepticismo. Eso es raro ya que en general construir cosas es un mecanismo que usan los gobiernos para aumentar su popularidad. En el caso de Evo está provocando el efecto contrario.

El Presidente, abstraído como está, no analiza nada de eso y más bien insiste en tomar decisiones que irritan a la ciudadanía: anunció que viajará a El Vaticano a la nominación de los nuevos cardenales (el único Presidente que lo hará) y ratificó que asistirá a la inauguración del Mundial de Rusia (el único Mandatario de un país no clasificado que lo hará). Todo con plata de los bolivianos. Para su divertimento personal.

Pero la quincena ha tenido otras malas noticias para el oficialismo: una de ellas ha sido el fallecimiento de un universitario de El Alto, muerto tras ser alcanzado por una canica. Como la Policía venezolana suele hacer, ahora se confirma que la boliviana también tiene armas para disparar estos proyectiles. Con la escopeta adecuada, pueden producir la muerte, como había ocurrido dos veces antes en manifestaciones a las que llegó la Policía a reprimir. El ministro de Gobierno, Carlos Romero, trata de hacerle creer a la opinión pública que son los propios manifestantes, usando petardos, quienes se matan entre ellos. La versión causó incredulidad entre los universitarios del país y gracia en otros sectores. Parece que cada día las autoridades se empeñaran en decir cosas que se conviertan en chistes y memes.

Tras difundirse el video de que el universitario murió, tras el impacto, en una casa de El Alto, la Policía tuvo que cambiar la versión “definitiva” de que la canica y el petardo le habían provocado la muerte. Si sólo el Gobierno intentara con una nueva estrategia, la de decir la verdad, tal vez le iría mejor.

Pero hubo más: el gobernador de Cochabamba, Iván Canelas, llamó “extraños” a los cruceños y dijo que no aceptará que personas de ese departamento viajen al suyo a gritar “Bolivia dijo No” en los estadios. Canelas trató de aclarar sus palabras, sin aclarar nada, y perdió la oportunidad de pedir disculpas.

El malestar popular se ha expresado con toda claridad en esa ciudad, durante los juegos Odesur. Videos que circulan en las redes muestran cómo miles de asistentes gritan contra el Gobierno. Tanto, que el día de la inauguración, Morales se vio forzado a abandonar el estadio sin dar su discurso. Estuvo años esperando ese momento, pero los manifestantes le aguaron la fiesta. Más seria aún es esta predicción dolorosa, ojalá fallida: que Bolivia tendrá la peor participación en mucho tiempo en un evento deportivo internacional.

En estas semanas tan movidas también se produjo la jocosa, sino fuera estúpida, declaración del Vicepresidente referida a sus 70.000 millones de neuronas. Surgieron más memes, más chistes y más bromas, porque las personas tienen unas 86.000 millones de neuronas. Peor fue la otra parte de su declaración: que los opositores le tienen miedo a su cerebro. Ante dichos así es mejor no hacer mayores comentarios.

La andanada de problemas se inició con el pésimo manejo gubernamental sobre el campo Incahuasi, que los chuquisaqueños creían estaba en la frontera entre ese departamento y Santa Cruz, pero que un estudio de 2016 estableció que está ubicado en territorio cruceño. El Ejecutivo, en vez de acatar el resultado del estudio y tratar de dar vuelta la página lo más rápido posible, se enredó en sus obtusas ideas (le complacía quitarle regalías a Santa Cruz), y al final tuvo que rendirse ante la evidencia e hizo que se activara una nueva explosión de rabia en Sucre.

Todas estas son señales de desmoronamiento, de pérdida de orientación, de dificultades para sintonizar con la realidad. Con razón las encuestas le dan al Presidente entre el 24 y 27% de intención de voto, la más baja desde mediados de 2005. Las chances de que pierda las elecciones de 2019, y se vaya a su casa, son muy grandes. Y mientras más viaje a ver partidos de fútbol y más se bañe en su jacuzzi, peor le irá.